ROSALÍA Y EL RESTO

Un año más, y ya van 14 ediciones, el festival Bilbao BBK Live ha ocupado el recinto de Kobetamenti con un cartel «ecléctico» y en ocasiones para dejarse llevar. Y es que, a pesar de tener sus cabezas de cartel como Liam Gallagher, que coreó los grandes éxitos de Oasis, o The Strokes que prendió la llama de la fiesta el viernes, Rosalía fue sin duda, la que acaparó la mayor concentración de gente. No solo estaban sus fan, amantes de la música y todo el que había ido al BBK. Nadie quería perdérsela. Y eso se notó con aglomeraciones, largas colas y problemas con los pagos de las pulseras para consumiciones.

TRIBUTOS GALAGHER VS. REINVERTARSE YORKE

La jornada del jueves empezó con Derby Motoretas Burrito Kachimba, una de las apuestas nacionales del año, que animaba la llegada a los más tempraneros en acudir al recinto. Los sevillanos, como hacen siempre, se entregaron en cuerpo y alma en el escenario Nagusia.

John Grant, otro de los tapados del festival, a plena luz del día, y con media cara pintada de negro, creó la magia en el escenario Bestean con los temas de su último trabajo «Love is Magic». El nunca indiferente Grant, se esforzó en chapurrear castellano y animó a los asistentes a no dejar de bailar.

Vetusta Morla, que llevaban cinco años sin pasar por el BBK, se desquitaron con un buen show para sus fanes, con todos los grandes éxitos como Golpe Maestro, Consejo de Sabios o Deséame Suerte con la que empezaron. Pucho, entregado, corrió por todo el pasillo del escenario Nagusia e incluso lo saltó para mezclarse con el público. Además el cantante pidió apoyo para las salas pequeñas de conciertos, el principal germen y espacio común de grupos que se inician.

Y llegó el turno de Slaves. Dos macarras sobre el escenario con tanta fuerza que fueron capaces de aguantar a los más indecisos, que no sucumbieron al tributo de Oasis. Los de Royal Tunbridge Wells, Isaac Holman (batería, voz) y Laurie Vincent (guitarra, bajo, voz) salieron al escenario a defender las canciones de Acts of Fear and Love como si de una batalla se tratara. Isaac con un pequeño bañador golpeaba las baquetas con tanta fuerza, que las tenía que cambiar en el inicio de cada canción.

Claramente, Thom Yorke, quiso dejar claro que su show en Cobeta no estaría relacionado con Radiohead, rompiendo la tónica que más tarde aprovecharía el menos listo de los Gallagher. Y es que Yorke iba a lo que iba. Estaba aventurando lo que fue la noche del jueves, una clara victoria de los sonidos diferentes, con una gran apuesta electrónica y para dejarse llevar por uno de lo recintos más bonitos de la península.

Las expectativas estaban altas con Nicola Cruz, y la gente no tardo en decepcionarse. Los sonidos selváticos fueron abandonados por ritmos encorsetados y sin apenas fuerza, y Cruz dejo la sesión a medio gas, provocando que Basai se convirtiera desde el jueves en una especie de macrodiscoteca, con lo que todo eso conlleva.

Las expectativas estaban altas con Nicola Cruz, y la gente no tardó en decepcionarse. Los sónidos selváticos fueron abandonados por ritmos encorsetados y sin apenas fuerza, y Cruz dejó la sesión a medio gas, provocando que Basai se convirtiera desde el jueves en una especie de macrodiscoteca, con lo que todo eso conlleva.

ROSALÍA VENCE A LA NOSTALGIA

La jornada del viernes estaba marcada por las actuaciones de Rosalía y The Strokes que ayudaron a que las entradas se agotaran. 40.000 personas esperando a una. Sin moverse. Bloqueando el paso, sin dejar pasar ni para buscar a los amigos. Lo más grande del festival estaba por llegar. Y nadie quería perdérselo.

El viernes las catalanas Mourn fueron las encargadas de abrir el escenario Nagusia, sirviendo de teloneras a lo que probablemente fuera uno de los conciertos con más euforía. Los de Texas estaban por primera vez en España, y los seis Mc-s que aparecieron fueron coreando todo lo que sus seguidores esperaban como «New Orleans» (sobre la que se fueron presentado), «Gold» o «Star». Surgieron algunos pogos desde las primeras canciones y ellos animaron para que se repitieran.

El neozelandés Jonatahn Bree puso la pausa en el escenario Gora! presentando su último disco Sleepwalking con una máscara blanca y junto a Idles (en Bestean) que presentaban Joy as an act of resistance tranquilizaron con sus diferentes propuestas un poco a todos aquellos que no estaban esperando en el escenario principal.

Y es que las 11 se acercan. Y ya no hay vuelta atrás. Rosalía sale al escenario con su tropa de baile y el tiempo se detiene al entonar «El mal querer» y dura hasta «Malamente», con la que termina el concierto. Poco más de una hora de flamenco, ritmos urbanos, pop y electrónica para calmar a las fieras. Rosalía tuvo tiempo para cantar a capella «Catalina» (con la que se la puedo ver como lloraba por las pantallas) y ofrecer su particular homenaje a Las Grecas cantando «Te estoy amando locamente».

Y el turno de Suede llegó como un intervalo para amantes de la música. Era un baipas que te permitía volver a los 90 y poder gritar “The Wild Ones”, “Trash”, «Metal Mickey” o “Can’t Get Enough”. Brett Anderson se entregó con rabia en todas sus canciones e inclusó bajo a las primeras filas para sentir el calor de los allí presentes. Tras «Beutiful ones» el público se fue marchando para ocupar el poco sitio que quedaba ya en Nagusía, sin esperar al bis de Anderson.

Y entonces, con algo más de 10 minutos de retraso, salieron The Strokes. Los neoyorkinos, con Julian Casablancas a la cabeza, era la primera vez que pisaban el BBK. Con 18 temas cargados de hits de sus tres primeros discos como «Heart in a Cage», «You Only Live Once» y «Hard To Explain» pasaron por el monte Cobeta para deleite de los nostálgicos. Dejaron para los bis «Is this It» y «Last Nite», para irse bien arriba. Y como llegaron, se fueron. Un grupo de culto que faltaba en el Bilbao BBK Live. Y con ellos la estampida.

La noche del viernes termina con Omar Souleyman, Zaza, Djake y Laurent Garnier, cada uno con su estilo, cada uno con su público, pero todos con el denominador común del ansía por la fiesta. Omar Souleyman, que en 2018 tocó en el camping, tuvo una gran acogida en la carpa Gora!, con un público entregado a sus bufidos kurdos acompañados de la música folklore de las celebraciones de boda que pusó de moda en Siria.

LA RESACA DEL SUPERVIERNES

Bilbao BBK Live cerró el sábado su XIV edición con 37.00 asistentes (un total de 112.800 asistentes llegados de más de 100 países) con grupos como Weezer, HVOB, The Good & The Bad & The Queen, Hot Chip o Cut Copy.

En el escenario Firestone Las Ligas Menores, uno de nuestros grupos favoritos, dejaron sonar algunas de sus canciones de Fuego Artificial (2018) y de su disco homónimo Las Ligas Menores (2014), con algún que otro problema de sonido.

La tarde siguió nacional. Primero con Cupido, que ocuparon el escenario principal antes que la argentina Nathy Peluso. Y luego con un duelo entre Cala Vento y Perro, que simplemente por las dimensiones del escenario, ganaron los primeros.

Antes que Weezer, el super grupo The Good & The Bad & The Queen de Damon Albarn, Paul Simonon, Simon Tong y Tony Allen, repasaron principalmente en el escenario Bestean su disco Merrie Land, muy crítico con el Brexit.

Probablemente el grupo más esperado del sábado era Weezer, los de Rivers Cuomo aparecian con una gran W que ocupaba toda la pantalla del escenario Nagusia y empezaron su espectaculo nostalgíco con «Buddy Holly». Tocaron la mayor parte de su disco de 1994 Blue Album junto a varias versiones. Cuomo, ataviado con una camisa de flores y un gorro de pescador, era un guiri mas de lo que caminan con chanclas y calcetines por las calles de Bilbao. Y allí estaba, cantando a la nostalgia de nuevo, para esos espectadores que han pasado el fin de semana volviendo a la juventud, e intentando sentirse modernos yendo a ver a Rosalía. Lo nuevo, lo viejo y lo de siempre.

 

Crónica original en la pagína web de Mindies